Un niño estaba montado en su triciclo pedaleando furiosamente. Llevaba
una pequeña mochila en su espalda y tenía un gesto de grande enojo en
su rostro. El niño dio una vuelta a la manzana de su casa, pasó enfrente
de su casa y siguió adelante para otra vuelta. Un vecino estaba
trabajando en el jardín enfrente de su casa cuando vio al niño hacer
varias vueltas a la manzana. Después de verlo pasar como seis veces y
viendo que el niño estaba cansando le paró para preguntarle qué hacía.
"Estoy escapando de mi casa" le dijo frunciendo el ceño y cruzando sus
brazos determinadamente. "Bueno", respondió el vecino, "si te vas de la
casa ¿Porqué estás dando tantas vueltas alrededor de la manzana?"
"Por esto me voy", replico el niño. Ahora el vecino estaba bien picado por la curiosidad y preguntó al niño qué quería decir con esto. "¡Es que no me dejan hacer nada!" gritó el infante, "¡Mi mama tampoco me deja cruzar la calle!"
Dice la Biblia, "Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por Él." (Hebreos 12:5). Este versículo nos habla de la importancia de entender los límites impuestos por las disciplinas del Espíritu Santo en nuestras vidas. Ser corregido es una muestra del gran amor que Dios nos tiene. Podemos ver con esta historieta del chiquitín que aunque estaba enfadado, seguía bajo el régimen disciplinario que lo había puesto su madre. El punto es claro, la obediencia te mantendrá cerca de donde debes estar. Si el niño hubiera alcanzado lo que intentaba hacer, muy pronto se hubiera dado cuenta que lo que lograba no era nada de lo que quería.
La mayoría de nosotros teníamos padres que nos amaban. De ninguna manera eran perfectos, pero si nos amaban, nos disciplinaban. Y así es, "porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo" (Hebreos 12:6). Un niño caprichoso está siendo criado para pensar que todo el mundo debe doblegares a sus deseos solamente porque así lo desea él. Son las personas que llegan a ser los adultos más miserables entre todos los seres humanos de la tierra porque la realidad de la vida no es así. La disciplina nos ayuda entender y ver la vida como es en realidad y no como nuestro desatinado entendimiento la quiere pintar. La disciplina nos fija límites y así nos deja saber que somos libres... libres de lo que nos puede destruir.
LA LIBERTAD NO ES LA HABILIDAD DE HACER TODO LO QUE QUIERES, SINO EL PODER DE HACER TODO LO QUE DEBES.
(Hebreos 12:11) Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia.
"Por esto me voy", replico el niño. Ahora el vecino estaba bien picado por la curiosidad y preguntó al niño qué quería decir con esto. "¡Es que no me dejan hacer nada!" gritó el infante, "¡Mi mama tampoco me deja cruzar la calle!"
Dice la Biblia, "Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por Él." (Hebreos 12:5). Este versículo nos habla de la importancia de entender los límites impuestos por las disciplinas del Espíritu Santo en nuestras vidas. Ser corregido es una muestra del gran amor que Dios nos tiene. Podemos ver con esta historieta del chiquitín que aunque estaba enfadado, seguía bajo el régimen disciplinario que lo había puesto su madre. El punto es claro, la obediencia te mantendrá cerca de donde debes estar. Si el niño hubiera alcanzado lo que intentaba hacer, muy pronto se hubiera dado cuenta que lo que lograba no era nada de lo que quería.
La mayoría de nosotros teníamos padres que nos amaban. De ninguna manera eran perfectos, pero si nos amaban, nos disciplinaban. Y así es, "porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo" (Hebreos 12:6). Un niño caprichoso está siendo criado para pensar que todo el mundo debe doblegares a sus deseos solamente porque así lo desea él. Son las personas que llegan a ser los adultos más miserables entre todos los seres humanos de la tierra porque la realidad de la vida no es así. La disciplina nos ayuda entender y ver la vida como es en realidad y no como nuestro desatinado entendimiento la quiere pintar. La disciplina nos fija límites y así nos deja saber que somos libres... libres de lo que nos puede destruir.
LA LIBERTAD NO ES LA HABILIDAD DE HACER TODO LO QUE QUIERES, SINO EL PODER DE HACER TODO LO QUE DEBES.
(Hebreos 12:11) Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia.
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