La lucha por la vida es un combate perdido de antemano. Las tumbas dan
unánimemente testimonio de ello. Entablar un combate en el que desde el
principio uno está seguro de que va a perder, parece poco motivador.
Sin embargo, cada persona tiene un instinto de conservación o de supervivencia, y por eso es un combatiente. Al otro lado está la muerte que nos acecha a todos en más o menos breve plazo. No podremos escapar de ella más que todos aquellos que nos precedieron en la vida.
Entonces, al saber que estamos vencidos de antemano, ¿qué actitud tomar frente a esta fatalidad?
La primera es la de muchos de nuestros semejantes. Buscan olvidar este vencimiento y viven como si nunca tuviesen que morir.
Otra actitud consiste en tratar de aplazar lo más que se pueda este momento para que dicha derrota llegue lo más tarde posible.
¿No existe una mejor actitud? ¿Sabe usted que Jesús venció la muerte? Sin duda murió crucificado como un malhechor, pero resucitó. La muerte no le pudo retener. Su victoria alcanza a todos los que ponen su confianza en él.
Entonces se puede mirar a la muerte de frente. El creyente está del lado del Vencedor. Para él la muerte sólo es un camino que le lleva a reunirse con el Vencedor de la muerte.
Sin embargo, cada persona tiene un instinto de conservación o de supervivencia, y por eso es un combatiente. Al otro lado está la muerte que nos acecha a todos en más o menos breve plazo. No podremos escapar de ella más que todos aquellos que nos precedieron en la vida.
Entonces, al saber que estamos vencidos de antemano, ¿qué actitud tomar frente a esta fatalidad?
La primera es la de muchos de nuestros semejantes. Buscan olvidar este vencimiento y viven como si nunca tuviesen que morir.
Otra actitud consiste en tratar de aplazar lo más que se pueda este momento para que dicha derrota llegue lo más tarde posible.
¿No existe una mejor actitud? ¿Sabe usted que Jesús venció la muerte? Sin duda murió crucificado como un malhechor, pero resucitó. La muerte no le pudo retener. Su victoria alcanza a todos los que ponen su confianza en él.
Entonces se puede mirar a la muerte de frente. El creyente está del lado del Vencedor. Para él la muerte sólo es un camino que le lleva a reunirse con el Vencedor de la muerte.
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