Los aborígenes de la isla hermosa trataron a los extranjeros con
amabilidad. Después de haber sido hospedados los forasteros ofrecieron
un regalo de inefable hermosura a los naturales en cambio por su isla
hogar.
Yo creo que este trato era uno de los peores convenios de negocio en la historia del mundo. Resulta que la isla era lo que conocemos el día de hoy como Manhattan, Nueva York (la isla lleva el nombre de la tribu que la vendió). ¿El regalo de espléndido encanto? Unos collares con cristales de vidrio roto.
Si tú crees que estos nativos hicieron un mal trato, eso no es nada. Hay de millones que han hecho un intercambio tan mal que el acuerdo de Manhattan se queda como la ganga del milenio en comparación. Esta negociación es el bienestar del alma en cambio por un deleite fugaz. Una noche de desenfreno, un momento de frenesí sexual, y cualquier otra cosa que al momento parece como vale la pena pero después deja en la ruina.
El mundo ofrece placeres temporales, pero el Señor Jesús ofrece un gozo pleno y duradero. El placer depende de las circunstancias, pero el gozo es interno y no es perturbado por nuestro ambiente.
El placer siempre es cambiante, pero ¡el gozo es constante! A los deleites mundanos por lo general les sigue una depresión. El gozo verdadero está fundamentado en Jesucristo, quien es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). Para seguir experimentando placer, tenemos que correr de un estímulo a otro, porque el placer se niega a dejarse atrapar permanentemente. El gozo es justo lo contrario. Es un don que recibimos de Dios.
El placer busca lo suyo, pero el gozo se basa en el autosacrificio. Mientras más procuramos la autogratificación, más vacíos nos sentimos. Si una pinta de placer produce una felicidad momentánea hoy, se necesita un galón de emoción y agitación para lograr el mismo efecto mañana. Sin embargo, el gozo se basa en darnos a nosotros con sacrificio. A medida que aprendemos lo que significa centrarnos en las necesidades de los demás, encontramos mayor realización en Dios mismo, el cual satisface todas nuestras necesidades. Es sólo cuando buscas las cosas de Cristo que puedes encontrar un gozo permanente.
SI QUIERES UN GOZO QUE DURE, SIEMPRE PON A CRISTO EN PRIMER LUGAR.
(Hebreos 12:16-17) de que no haya ninguna persona inmoral ni profana como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida. Porque sabéis que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.
Yo creo que este trato era uno de los peores convenios de negocio en la historia del mundo. Resulta que la isla era lo que conocemos el día de hoy como Manhattan, Nueva York (la isla lleva el nombre de la tribu que la vendió). ¿El regalo de espléndido encanto? Unos collares con cristales de vidrio roto.
Si tú crees que estos nativos hicieron un mal trato, eso no es nada. Hay de millones que han hecho un intercambio tan mal que el acuerdo de Manhattan se queda como la ganga del milenio en comparación. Esta negociación es el bienestar del alma en cambio por un deleite fugaz. Una noche de desenfreno, un momento de frenesí sexual, y cualquier otra cosa que al momento parece como vale la pena pero después deja en la ruina.
El mundo ofrece placeres temporales, pero el Señor Jesús ofrece un gozo pleno y duradero. El placer depende de las circunstancias, pero el gozo es interno y no es perturbado por nuestro ambiente.
El placer siempre es cambiante, pero ¡el gozo es constante! A los deleites mundanos por lo general les sigue una depresión. El gozo verdadero está fundamentado en Jesucristo, quien es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). Para seguir experimentando placer, tenemos que correr de un estímulo a otro, porque el placer se niega a dejarse atrapar permanentemente. El gozo es justo lo contrario. Es un don que recibimos de Dios.
El placer busca lo suyo, pero el gozo se basa en el autosacrificio. Mientras más procuramos la autogratificación, más vacíos nos sentimos. Si una pinta de placer produce una felicidad momentánea hoy, se necesita un galón de emoción y agitación para lograr el mismo efecto mañana. Sin embargo, el gozo se basa en darnos a nosotros con sacrificio. A medida que aprendemos lo que significa centrarnos en las necesidades de los demás, encontramos mayor realización en Dios mismo, el cual satisface todas nuestras necesidades. Es sólo cuando buscas las cosas de Cristo que puedes encontrar un gozo permanente.
SI QUIERES UN GOZO QUE DURE, SIEMPRE PON A CRISTO EN PRIMER LUGAR.
(Hebreos 12:16-17) de que no haya ninguna persona inmoral ni profana como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida. Porque sabéis que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.
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