Cuando Mazarino, señor de Francia un tiempo, se sintió llegar a las
puertas de la muerte, mandó le trajesen todos sus tesoros par verlos
por última vez. Su cámara se convirtió en un joyelero de riquezas y en
un museo de arte. Mirándolo todo con ojos desencajados, crispaba sus
manos sobre la ropa de su cama, y gemía: ¡Y pensar que lo pierdo todo!
¡Y pensar que lo he de dejar todo! Y así murió el avaro.
El dinero ha sido puesto delante de los ojos de los hombres como la panacea de la vida. Pero Salomón dijo, "El que ama el dinero no se saciará de dinero, y el que ama la abundancia no se saciará de ganancias." Cristo añadió con más franqueza diciendo que no podríamos servir a Dios y el dinero. (Eclesiastés 5:10) No obstante, la gente vive y muere cada día para echar mano a este elusivo ídolo.
¿Porqué? Porque según el mundo, "El dinero es poder". Ese principio mueve a la mayoría de las culturas del mundo. La gente se pelea por obtener riquezas, a menudo pagando el precio de la integridad personal, para adquirir el poder de vivir donde quieran y como quieran, y tener lo que quieran.
En una cultura que adora el dinero, los creyentes en Jesucristo están en peligro de hacer lo mismo. Algunos usan su dinero para controlar a sus familias, o puede que amenacen con dejar de dar a la iglesia si no se hace lo que ellos quieren. El factor en común es el egoísmo; el "YO". Yo quiero dinero para tener poder para servirme a mí mismo.
¡Qué diferente de Jesús! Él tenía poder sobre las enfermedades y lo usaba para sanar a los enfermos. Tenía poder sobre el mar, y lo usaba para quitar el temor. Tenía poder para crear, y alimentó a miles. Tenía poder sobre el pecado, y perdonaba a los pecadores. Tenía poder sobre su propia vida, pero renunció a él voluntariamente para salvar a todo el que lo invoque (Romanos 10:13).
Jesús poseía todo el poder, pero lo usaba para servir a los demás. Los discípulos lo llamaron "Señor" en el Aposento Alto, y sin embargo, allí sólo fue un siervo (Juan 13:2-17). ¡Él les lavó los pies! Cuando Pedro protestó Jesús contestó: "Si no te lavare, no tendrás parte conmigo" (versículo 8).
En vez de usar el dinero o cualquier otra cosa para fines egoístas, úsalo para servir a los demás. Esa es la manera correcta de usar el poder.
MIENTRAS MÁS SIRVAMOS A CRISTO, MENOS SERVIREMOS AL YO.
(Proverbios 11:4) De nada sirven las riquezas el día de la ira, pero la justicia libra de la muerte.
El dinero ha sido puesto delante de los ojos de los hombres como la panacea de la vida. Pero Salomón dijo, "El que ama el dinero no se saciará de dinero, y el que ama la abundancia no se saciará de ganancias." Cristo añadió con más franqueza diciendo que no podríamos servir a Dios y el dinero. (Eclesiastés 5:10) No obstante, la gente vive y muere cada día para echar mano a este elusivo ídolo.
¿Porqué? Porque según el mundo, "El dinero es poder". Ese principio mueve a la mayoría de las culturas del mundo. La gente se pelea por obtener riquezas, a menudo pagando el precio de la integridad personal, para adquirir el poder de vivir donde quieran y como quieran, y tener lo que quieran.
En una cultura que adora el dinero, los creyentes en Jesucristo están en peligro de hacer lo mismo. Algunos usan su dinero para controlar a sus familias, o puede que amenacen con dejar de dar a la iglesia si no se hace lo que ellos quieren. El factor en común es el egoísmo; el "YO". Yo quiero dinero para tener poder para servirme a mí mismo.
¡Qué diferente de Jesús! Él tenía poder sobre las enfermedades y lo usaba para sanar a los enfermos. Tenía poder sobre el mar, y lo usaba para quitar el temor. Tenía poder para crear, y alimentó a miles. Tenía poder sobre el pecado, y perdonaba a los pecadores. Tenía poder sobre su propia vida, pero renunció a él voluntariamente para salvar a todo el que lo invoque (Romanos 10:13).
Jesús poseía todo el poder, pero lo usaba para servir a los demás. Los discípulos lo llamaron "Señor" en el Aposento Alto, y sin embargo, allí sólo fue un siervo (Juan 13:2-17). ¡Él les lavó los pies! Cuando Pedro protestó Jesús contestó: "Si no te lavare, no tendrás parte conmigo" (versículo 8).
En vez de usar el dinero o cualquier otra cosa para fines egoístas, úsalo para servir a los demás. Esa es la manera correcta de usar el poder.
MIENTRAS MÁS SIRVAMOS A CRISTO, MENOS SERVIREMOS AL YO.
(Proverbios 11:4) De nada sirven las riquezas el día de la ira, pero la justicia libra de la muerte.
Leave a comment