El hombre lloraba como un niño. Su vida estaba hecha un caos a causa del
matrimonio triste que vivía con su esposa. Su salud se estaba
deteriorando, sus hijos estaban fuera de control y su vida espiritual
estaba en ruinas. Lloraba con él y le aconsejaba, pero la realidad era
que el daño ya se había hecho. Años atrás le aconsejé fuertemente no
casarse que aquella señorita. Como resultado, por un tiempo estaba muy
enojado conmigo.
Hay dos clases de consejeros: buenos y malos. Un buen consejero es una persona que te ama tanto que esta dispuesto verte triste por un rato sabiendo que te ha salvado de estar afligido por lo demás de tu vida. Somos criaturas complicadas, porque muchas en la hora cuando más necesitamos un buen consejo, es la hora cuando estamos menos dispuestos a oírlo. El problema con el consejo bueno es que normalmente interfiere con nuestros planes. Un buen consejero es uno que sabe decir, con sabiduría, lo que debes oír, no lo que quieres oír.
Proverbios 13:20 dice El que anda con sabios será sabio, mas el compañero de los necios sufrirá daño. Un hombre sabio siempre rodea a si mismo con personas que le aman y respetan, pero saben como pensar independientemente. Amigos que siempre te dicen sí a lo que tu dices no te van a ayudar a lo largo.
Moisés sufría mucho cuando gobernaba al pueblo de Israel. Pero la Biblia le llama el hombre más manso en la tierra. Una evidencia de su mansedumbre era su docilidad al consejo. Su suegro le dio muy buenos consejos y el día siguiente lo puso por obra. Si no fuera tan manso, hubiera dicho, Tú ¿Quién eres? Pues Dios habla conmigo cara a cara.
Roboam tuvo problemas como gobernante. También tuvo buenos consejeros, les pidió su asesoramiento y se lo dieron, pero no les hizo caso. Antes bien los despreció y menospreció sus admonición. Tampoco pidió a Dios su consejo.
Asimismo, Roboam tuvo malos consejeros, les pidió su consejo, se lo dieron, y para comprobar que él mismo era insensato, aceptó como buenos esos consejos, y se arruinó en lo personal. Peor todavía es que arruinó al Reino de Israel: Hizo que se dividiera.
Es indispensable que tengamos sabiduría para proceder en todo: hasta para elegir sus consejeros, y para aceptar y poner en práctica los buenos consejos. El primer consejero es La Palabra de Dios, porque sin ella, ni sabremos como escoger buenos consejeros. ¡Cuan bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos... (Salmos 1:1)
UNA PERSONA SABIA SIEMPRE TIENE EL OÍDO DÓCIL AL CONSEJO PIADOSO.
(Salmos 73:24) Con tu consejo me guiarás, y después me recibirás en gloria.
Hay dos clases de consejeros: buenos y malos. Un buen consejero es una persona que te ama tanto que esta dispuesto verte triste por un rato sabiendo que te ha salvado de estar afligido por lo demás de tu vida. Somos criaturas complicadas, porque muchas en la hora cuando más necesitamos un buen consejo, es la hora cuando estamos menos dispuestos a oírlo. El problema con el consejo bueno es que normalmente interfiere con nuestros planes. Un buen consejero es uno que sabe decir, con sabiduría, lo que debes oír, no lo que quieres oír.
Proverbios 13:20 dice El que anda con sabios será sabio, mas el compañero de los necios sufrirá daño. Un hombre sabio siempre rodea a si mismo con personas que le aman y respetan, pero saben como pensar independientemente. Amigos que siempre te dicen sí a lo que tu dices no te van a ayudar a lo largo.
Moisés sufría mucho cuando gobernaba al pueblo de Israel. Pero la Biblia le llama el hombre más manso en la tierra. Una evidencia de su mansedumbre era su docilidad al consejo. Su suegro le dio muy buenos consejos y el día siguiente lo puso por obra. Si no fuera tan manso, hubiera dicho, Tú ¿Quién eres? Pues Dios habla conmigo cara a cara.
Roboam tuvo problemas como gobernante. También tuvo buenos consejeros, les pidió su asesoramiento y se lo dieron, pero no les hizo caso. Antes bien los despreció y menospreció sus admonición. Tampoco pidió a Dios su consejo.
Asimismo, Roboam tuvo malos consejeros, les pidió su consejo, se lo dieron, y para comprobar que él mismo era insensato, aceptó como buenos esos consejos, y se arruinó en lo personal. Peor todavía es que arruinó al Reino de Israel: Hizo que se dividiera.
Es indispensable que tengamos sabiduría para proceder en todo: hasta para elegir sus consejeros, y para aceptar y poner en práctica los buenos consejos. El primer consejero es La Palabra de Dios, porque sin ella, ni sabremos como escoger buenos consejeros. ¡Cuan bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos... (Salmos 1:1)
UNA PERSONA SABIA SIEMPRE TIENE EL OÍDO DÓCIL AL CONSEJO PIADOSO.
(Salmos 73:24) Con tu consejo me guiarás, y después me recibirás en gloria.
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