Hace como veinticinco años yo era el único creyente en el instituto
donde ejercía mi carrera de profesor. Dios me bendijo en esta facultad
y tuve mucho éxito con mis alumnos. Después de graduarse, muchos
lograron obtener buenos trabajos y alcanzar metas más altas en la vida.
Más importante todavía, muchos se entregaron a Cristo y están sirviendo
a Dios con alegría hasta el día de hoy.
Aunque lo pasaba muy bien con mis estudiantes, a veces pasaba dolores de cabeza con uno de los directores de la academia. Miguel era muy buena gente, pero según lo que podía ver, no tenía nada de aprecio por el evangelio y a veces se oponía abiertamente. De manera que yo estaba seguro que mi testimonio no tenía ninguna influencia sobre él.
Un invierno cayó una fuerte nevada y ocasionó, cerca de la escuela, un accidente automovilístico en que murieron siete personas. De este día en adelante cada vez que nevaba me ponía algo nervioso. Aconteció al paso de tiempo que hablaba con Miguel del incidente y de conducir en la nieve y le dije, ¿Sabes que? Cada vez que comienza a nevar me da nervios.
Yo seguí adelante como nada, cuando comencé a sentir un silencio casi palpable. Miré a Miguel y me estaba mirando con un gesto de asombro en la cara y me dijo con convicción, ¡Tú, de todas las personas aquí no debes tener nervios de esto! En este momento me di cuenta que él, seriamente, estaba observando y considerando mi testimonio cristiano.
Si somos fieles y sinceros en nuestra dedicación a Cristo nunca sabemos cual es la influencia que nuestro testimonio puede tener sobre los que están a nuestro alrededor. A veces parece que nuestra influencia es relativamente imperceptible. La mayoría de nosotros no somos famosos y distinguidos personajes. Quizás no tenemos posiciones de grande impacto sobre la sociedad y nuestros nombres no aparecen en los periódicos como personas rebuscadas por nuestra popularidad.
Con todo, yo creo que nuestro testimonio tiene una influencia e impacto en este mundo que a veces pasa desapercibida por nuestros ojos. No debemos preocuparnos con lo que parece ser nuestra falta de influencia. Antes bien debemos interesarnos con el mandato de Cristo, Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5:16)
AÚN LA LUZ MÁS PEQUEÑA HACE UNA DIFERENCIA GRANDE EN UN LUGAR OSCURO
(Efesios 5:8) porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
Aunque lo pasaba muy bien con mis estudiantes, a veces pasaba dolores de cabeza con uno de los directores de la academia. Miguel era muy buena gente, pero según lo que podía ver, no tenía nada de aprecio por el evangelio y a veces se oponía abiertamente. De manera que yo estaba seguro que mi testimonio no tenía ninguna influencia sobre él.
Un invierno cayó una fuerte nevada y ocasionó, cerca de la escuela, un accidente automovilístico en que murieron siete personas. De este día en adelante cada vez que nevaba me ponía algo nervioso. Aconteció al paso de tiempo que hablaba con Miguel del incidente y de conducir en la nieve y le dije, ¿Sabes que? Cada vez que comienza a nevar me da nervios.
Yo seguí adelante como nada, cuando comencé a sentir un silencio casi palpable. Miré a Miguel y me estaba mirando con un gesto de asombro en la cara y me dijo con convicción, ¡Tú, de todas las personas aquí no debes tener nervios de esto! En este momento me di cuenta que él, seriamente, estaba observando y considerando mi testimonio cristiano.
Si somos fieles y sinceros en nuestra dedicación a Cristo nunca sabemos cual es la influencia que nuestro testimonio puede tener sobre los que están a nuestro alrededor. A veces parece que nuestra influencia es relativamente imperceptible. La mayoría de nosotros no somos famosos y distinguidos personajes. Quizás no tenemos posiciones de grande impacto sobre la sociedad y nuestros nombres no aparecen en los periódicos como personas rebuscadas por nuestra popularidad.
Con todo, yo creo que nuestro testimonio tiene una influencia e impacto en este mundo que a veces pasa desapercibida por nuestros ojos. No debemos preocuparnos con lo que parece ser nuestra falta de influencia. Antes bien debemos interesarnos con el mandato de Cristo, Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5:16)
AÚN LA LUZ MÁS PEQUEÑA HACE UNA DIFERENCIA GRANDE EN UN LUGAR OSCURO
(Efesios 5:8) porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
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